martes, 19 de febrero de 2008

Kandinsky y Durigutti: el Arte y el Vino. Esteban Cynowiec

Kandinsky y Durigutti: el Arte y el Vino.

Todo comienza en un museo. Parado frente a un cuadro con una increíble gama de colores rabiosos y despeinadas líneas de fuerza que lo atravesaban, tuve una curiosa sensación: “cuanto más disfrutaría de este cuadro con una copa de syrah sanjuanino en la mano”. ¡Eso era! ¿Por qué no hacer de las artes plásticas, gastronómicas y enológicas una misma experiencia de enorme placer?
Fue en ese momento cuando decidí que tenía que experimentar por ese lado, así comencé esta aventura a la cual los invito a acompañarme en esta sección de Arte, Vinos y Gastronomía.

Wassily Kandinsky, Improvisation 31 (Sea Battle), 1913.
National Gallery of Art, Washington.



¿Quién dijo que lo único combinable con un buen queso azul danés es un aromático vino cosecha tardía, o uno dulce de postre? ¿Qué pasaría si a esta pareja la disfrutamos frente al tríptico “ El Jardín de las Delicias” de Hieronymus Bosch con el piano de Telonious Monk de fondo?
Acompáñeme en un recorrido por el exquisito e infinito mundo de los sentidos.
Aprovechemos para conocer juntos manifestaciones del arte poco conocidas acompañados por vinos y platos de igual carácter.
Este primer viaje lo haremos a través de la pintura y el vino, y para esto contaremos con la invaluable colaboración del sommelier: César Vera Barros, con quien recorreremos los complejos matices de un vino de autor – de dos autores para ser más precisos. El vino acompañará la experiencia de degustar una obra del pionero de la pintura abstracta: Wassily Kandinsky.

En 1913 Kandinsky presentaba su improvisación 31, considerada el inicio de la pintura abstracta por la utilización de líneas negras entre otras cosas, y a la que sorprendentemente dio un nombre menos genérico: “Batalla en el Mar”.
A muchos años y kilómetros de distancia, en la Argentina, los hermanos Pablo y Héctor Durigutti presentaban también el resultado de su batalla interna, el Familia Durigutti Malbec Reserva 2002.









En abril de 2002, los hermanos Durigutti decidieron encarar otro tipo de obra de arte, un vino monovarietal pero en el que cada uno de ellos elaboraría la mitad de él. Así es como este vino producido con 50% Malbec Lulunta (Maipú), y 50% Malbec de La Consulta (San Carlos). ¿Por qué este cuadro? ¿Por qué este vino? Vamos a intentar develar juntos esta intriga.
Primero descorche la botella y déjela respirar unos minutos mientras le echa un vistazo general al cuadro. Póngase enfrente y mírelo en un primera impresión, que como dicen, es la que cuenta. Concéntrese en el nombre de la pintura que no por casualidad puso su autor… hay una batalla… encuéntrela.
El vino ya está listo, sirva una copa y vamos a descubrir, también la batalla de los Durigutti.
Concéntrese en las líneas diagonales negras, primero las de la izquierda,. Descubra las velas del barco, aléjese si es necesario. Hay un barco… y enfrente un segundo barco, el de las otras líneas negras.
Descúbralos.
Ahora el vino. Acerque su nariz a la copa; en ese aroma de licor de cereza y berries con fuerte presencia de madera, hay también una lucha; la lucha entre roble francés nuevo por el que se jugo Héctor y la mezcla entre barrica francesa y americana que utilizó Pablo. Siga mirando la pintura y descubra los cañones de los barcos que se disparan mutuamente: algunas balas caen al agua, salpicando de negro la parte de abajo del cuadro, otras sobrevuelan el aire y pegan contra el fondo de la pintura, en la parte de arriba, manchándola de marrón claro o naranja. En el vino, los rivales también se posicionan y disparan; Pablo, utiliza el malbec de Lulunta, de 65 años de edad, y fermenta sus granos con levaduras seleccionadas, mientras que Héctor, apostando su nombre- y en verdad también el de su hermano-, fermenta con levaduras indígenas las uvas de un viñedo más joven, de 55 años; un malbec de La Consulta.
Por su lado, Kandinsky en esta obra no nos muestra una batalla; hace que la experimentemos, que la vivamos en carne propia, con su confusión, su bravura, su excitación y su furioso movimiento. Los Durigutti también nos hacen partícipe de su experimento, de su competencia de hermanos, de su experiencia como Winemaker´s.
El resultado de estas confrontaciones es el placer de disfrutar la majestuosidad y fuerza de una batalla de colores y formas que únicamente aparecen con sentido cuando uno se sumerge en el cuadro del pintor ruso, así como descubriremos la complejidad, modernidad y corrección del producto de dos hermanos argentinos recién cuando lo hayamos bebido con sumo dedicación. Miré su copa, observe los tintes violáceos y acérquelos al cuadro… es increíble como cambia de color el vino a medida que lo rodean los colores de los barcos, las balas y el cielo. Siga haciéndolo por su cuenta, no hay mejor acompañamiento para el arte ni para el vino, que el que uno elige.
Espero que este viaje virtual a la historia y realización de una obra de arte como es un vino, acompañado de uno de los grandes maestros e innovadores de la pintura le haya producido el mismo placer que a nosotros.

Esteban Cynowiec



pd: Agradecimientos por la nota, de Montana para Esteban.

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